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Arjona - 2017

Viviann Daza, en medio de su actitud extrovertida y en el rol de líder que le había sido asignado, ya había preparado a todos sus chicos mentalmente y les había dejado claro que debían desear lo mejor pero esperar lo peor. El panorama que ella pintaba no era nada lindo, de hecho, se podría decir que llegaba a tal punto que más de uno simplemente quería botar la toalla, y aun ni siquiera era el momento de partir a su destino. *** De los siete personajes que continuaron la historia, cuatro eran Ibaguereños, dos niños, dos niñas. La mayor era caleña. La menor era rolita. El chico mayor era local, costeño, corroncho. Cuando se repartieron las labores, empezó la organización de todo la semana. Planes, ideas, compromisos. *** Ya las maletas estaban lista y separadas por equipos. Los jóvenes se despedían y compartían la última comida juntos. Corrían un poco las lágrimas, aunque sabían que no sería más de una semana. Ellos no sabían que semana les esperaba. *** Les habían pr

La Condena

Estaba firmando mi pena de muerte, y tenía que aceptar que me sentía orgullosa de eso. Podría sentir el frio de la muerte rondando, diferente al clima de invierno, o incluso al de las lluvias de verano. Veía en retrospectiva las imágenes en mi cabeza de los diferentes numero que marcaba y del reflejo que me miraba de vuelta, podía recordar el desprecio que emanaba no sé si yo al caminar, o la gente que pasaba a mi lado, pero el ambiente nunca era diferente, la sensación nunca cambiaba, podía sentir en mi piel las caricias de los dedos que un día prometieron mucho. El tocadiscos había dejado de sonar en algún punto; nunca había sentido semejante estado de paz, y probablemente nadie lo creería si me escuchara decirlo. Hace casi 36 horas había decido alargarlo un poco con un pequeño bocado de queso cottagge, segura de menos de 25 gramos, y totalmente aprobados por mis asperger de… no importa, aun sabiendo las cosas entendí que ya no era necesarios, ya había pasado el punto de alargue.

Carta A Un Chico Plastico

Hola, sabes quién soy. Esta carta podría ir dirigida a tu hermosa mujer que se pasea por los eventos públicos y privados regodeándose de su nuevo apellido y del hermoso anillo de esmeraldas que su sexy esposo, el doctor Saint le regalo por su primer mes como marido y mujer; pero estoy segura que no lo tomaría con tanto gusto como el que sé que tienes tú en este momento en que lees mis palabras. Como te das cuenta, me entero de todo, recuerda que aunque lo intentes y la ciudad se adapte a tu estilo de vida, los rumores vuelan por los bajos barrios y el deseo de alcanzar semejante círculo social hace de sus vidas un anhelo peligroso, la gente está dispuesta a hacer cualquier cosa por vivir una vida como la de tu plástica familia. Quería felicitarte, la nueva señora Saint y tú se ven muy bien juntos, y estoy segura que algún día, cuando sean mayores sus hijos van a ser tan encantadores como ella después de un par de ingresos al quirófano para no defraudar en las tarjeta

¿A Que Huele Ibagué?

Para mí, Ibagué huele a cómo vive tu pensamiento. Bien podría oler asquerosamente para todas aquellas personas que piensan que Ibagué es un pueblo y que de aquí nadie sale… ni progresa. O podría tener un dulce olorcito a cerezas, bon bon bum y rosas para los enamorados, quienes hallaron el amor en la pequeña ciudad y hacen planes a futuro con sus amantes, quedarse o irse. Tal vez podría oler a dinero para las personas que andan por los centros comerciales con bolsas en sus manos llenas de los últimos artículos que compraron y que están desesperados por estrenar y remplazar por nuevos utensilios. Quizá huela a perdida para los ebrios que salen de las cantinas, bares de mala muerte o club, si eres un desgraciado con dinero; o para aquellos que salen de los pocos casinos con las manos vacías y las cuentas en ceros, pensando que tendrán que hacer para recuperar lo que perdieron y de paso agregar saldo a su favor. Puede oler a desesperación para todos los estudian

Invierno

Cada vez que escuchaba a mi madre llorar desde su habitación, quería poder levantarme de la cama y enfrentar al demonio causa de todos nuestros males. Una vez, incluso llegue a tomar el pomo de la puerta en mis manos temblorosas; pero eso solo fue una vez. Hoy quería ser valiente; ser todo lo que necesitaba ser, todo lo que soñaba ser… pero una cosa es querer y desear y otra muy diferente es lograr hacerlo. Así que lo único que conseguía realizar con mis fuerzas era esperar a que no entrara en mi cuarto. Mis nudillos blancos de hacer fuerza con mi puño cerrado tomando la cobija vieja y roída -que en un principio fue gruesa para el invierno- se chocaban con mi respiración en ellos. El aire que me envolvía era caliente, mi posición fetal de espaldas a la puerta y mi envoltura de capullo no ayudaban en nada a que mi cuerpo lograra entrar a una estabilidad calórica, y sin olvidar que afuera estábamos a menos dieciocho grados y en la casa solo a cinco grados. Los recurrentes escalo